miércoles, 29 de junio de 2011

Cuando estuve en el mar era marino

Como siempre si quiero decir algo el cabrón de mi pana Sabines ya lo aventó primero

Carajo, se pueden ir, regresar, estar, no estar, puedes cerrar los ojos y perderte en la negrura pero de una manera u otra siempre bendita o malditamente están ahí, para recordarte que el corazón es la máquina mas delicada y misteriosa de la creación, para recordar a cada instante que el amor es decididamente en gran medida admiración y que que inevitable e irremediablemente,  la pasión es tener al diablo en el cuerpo y a dios, a dios en el corazón.



Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.
Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.

Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.
Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.

No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,
 de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.
Tú eres un surtidor aunque no quieras
y yo soy el sediento.

No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.
Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.

1 comentario:

Mientame la madre, proyectate o lo que sea, pero deja algo que me retroalimente